La madrugada de este pasado domingo 28 de octubre volvimos a atrasar nuestros relojes una hora, de tal manera que amanece y anochece más pronto.
Este cambio de hora fue ideado para adaptar la actividad al ciclo de luz solar, de forma que se dependa en menor medida de la electricidad, pero también puede provocar algunos desajustes en nuestro organismo, que si bien desaparecerán transcurridos unos 3 o 4 días, pueden provocarnos cansancio, irritabilidad, falta de concentración, somnolencia o cambios del estado de ánimo. El cambio horario afecta también al aparato digestivo, ya que se modifican los horarios de las comidas. Puede aparecer falta de apetito a la hora de las comidas o tener hambre a deshoras, por esta razón se recomienda mantener un horario regular a la hora de las comidas. Por ello, la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp) nos ofrece estos consejos que facilitarán nuestra adaptación al nuevo horario:
- Establecer rutinas de sueño: acostarse y despertarse a la misma hora ayuda a adaptarse.
- Evitar las siestas hasta que el organismo se haya habituado al nuevo horario.
- Evitar las cenas pesadas apostando por alimentos ligeros antes de ir a dormir.
- Disminuir el consumo de cafeína y otros excitantes.
- Evitar el ejercicio físico varias horas antes de dormir.
- Evitar las luces brillantes, especialmente la de aparatos electrónicos como móviles, tabletas o portátiles antes de dormir. Su uso prolongado reduce la calidad de nuestro sueño.
Si pese a seguir estos consejos, no conseguimos adaptarnos al nuevo horario, podemos consultar con nuestro farmacéutico comunitario. Podrá aconsejarnos, si es necesario, un producto adecuado para el insomnio ocasional provocado por el cambio de hora, como los complementos nutricionales ricos en melatonina y triptófano, productos elaborados a base de plantas naturales como la valeriana o la pasiflora, y medicamentos con principios activos como la doxilamina